No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros dos. (Job 9:33) Este verso expresa no tanto una afirmación definitiva como un deseo frustrado. Otras versiones rezan así: «Si hubiese entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros dos». Hay momentos en la vida cuando necesitamos un árbitro entre nuestra conciencia y Dios. Jeremías declara que el corazón del hombre es «engañoso más que todas las cosas» (Jer. 17:9a). El perverso corazón nos induce a hacer cosas que no deberíamos
Page 4